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Cuento de Tifón y la Ballena
Hoy les vengo a contar el cuento de Tifón y la Ballena, una historia de lealtad entre amigos.
Había una vez un pescador que vivía en un puerto muy hermoso. Él tenía un perro, llamado Tifón. A este pequeño perrito le gustaba mucho ir al mar, y cuando su amo iba a pescar, él estaba en el barquito antes que nadie.
Cuando se introducían al mar, a Tifón le encantaba poner su cabeza en la punta del barco, en dirección al viento, para que la brisa del mar lo refrescara y sus orejas se movieran con el viento, como si tuviera alas.
Un día, mientras pescaban, una tormenta azotó la costa. La lluvia era tan fuerte que cuando las olas golpeaban el barco, ambos tenían que sostenerse muy fuertemente para que no los arrastrara el mar.
Pero al pescador lo golpeó fuertemente una ola, se desmayó y soltó a Tifón. El perrito cayó al agua, y el pescador no se dió cuenta. La lluvia continuó golpeando la costa hasta que arrastró el barco a la orilla.
Al despertar, el pescador notó que tifón no estaba por ningún lado, así que lo buscó por todos lados, pero no pudo encontrarlo.
La importancia de la compañía
Tifón y la ballena
La princesa que no quería nadar
El ratón tranquilo
Se sentía demasiado triste porque no pudo encontrar a su perro, y culpable por no haberlo sostenido bien.
Tifón, al verse rodeado solamente por agua, decidió ser valiente y afrontar la situación que le había puesto la vida. Siguió nadando durante un rato, pero no lograba llegar a nada de lo que pudiera sostenerse.
Pero sus patas comenzaron a cansarse, y aunque pataleaba con todas sus fuerzas para seguir flotando, sentía que ya no podía continuar.
Pero justo cuando pensó que se iba a hundir, sintió que algo lo empujaba hacia arriba. Cuando miró hacia abajo, se sorprendió: ¡Era una ballena enorme!
Tifón y la Ballena se veían cara a cara y el perro con miedo ante tremendo animal.
Al verlo ahí, flotando en medio de la nada, decidió acudir en su ayuda.
“¿Qué haces aquí, solo en el mar?” preguntó la ballena
“Salí a pescar en altamar con mi dueño, y nos atrapó una terrible tormenta. El pobre se desmayó, me soltó, y yo no pude sostenerme. Caí al agua y tuve que nadar todo este tiempo.” Contestó Tifón, muy triste.
Tifón y la Ballena seguían platicando acerca de la situación.
“Lo siento, si gustas puedo llevarte en mi espalda a una isla cercana para que puedas descansar y estés a salvo. Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?”
“Mi nombre es Tifón, y te agradezco mucho que quieras ayudarme, pero me gustaría ir hacia la costa, donde estoy seguro de que me está esperando mi dueño. Debe estar muy preocupado por no encontrarme.”
Justo en ese momento, la tormenta se alejó del puerto y de donde se encontraba el perrito.
“¿Sabes dónde está el puerto de Iquique?” preguntó Tifón. “Ahí es donde se encuentra mi amigo.”
“¿Tu amigo? Si en verdad fuera tu amigo, no te hubiera dejado en medio del mar, o mínimo hubiera regresado por ti cuando la tormenta terminara, pero yo no lo veo por ningún lado. No creo que vuelva por ti.”
“Pero él se golpeó y no pudo agarrarme bien, no fue su culpa que me cayera del bote y me quedara aquí», comentó Tifón.
«Además, estaba muy oscuro, no podía ver nada. La tormenta apenas terminó, estoy seguro de que pronto estará esperándome en el puerto.”
“Me parece más seguro que te quedes en la isla, ya has nadado mucho tiempo.” Tifón y la Ballena concordaban
“Yo sé que el pescador me está esperando, es mi amigo, así que si me dejas en la isla, aunque sea nadando voy a llegar a la costa”
La ballena aceptó después de un rato de platicar, y junto a sus hermanas, se dirigieron hacia el sur para dejar al pequeño perro. Lo llevaron hasta un punto que no fuera peligroso para ellas, y desde ahí nadó hacia la costa.
Cuando llegó, pudo ver a su dueño esperándolo en la orilla. Corrió hacia él, y el pescador lo abrazó con lágrimas en los ojos.
Después de un tiempo, volvieron a salir a pescar. Y Tifón observaba a las ballenas desde el barco, mientras que ellas observaban que la amistad entre el perro y el hombre era real.
Todos estaban muy felices porque Tifón se encontraba bien y seguía saliendo al mar.
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