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Cuento de la Brillante Luciérnaga
Hoy te traigo el cuento de la Brillante Luciérnaga, una historia que nos invita a aceptar a las personas sin distinción, aceptarlas como son.
Había una vez un campo muy grande y hermoso, que no se encontraba muy lejos de la civilización, pero si lo suficiente para que los humanos no lo conocieran.
En este bello campo vivían una mariquita y una mariposa, que eran muy amigas.
La mariquita tenía unos colores muy bellos, que llamaban la atención a muchos kilómetros, y la mariposa aparte de tener una mezcla muy variada de colores, movía sus alas con mucha gracia al volar, lo que la hacía muy bella.
Ambas amigas se pasaban sus tardes burlándose de una pequeña luciérnaga que también vivía en el campo. Como ellas se consideraban muy bonitas, la despreciaban porque no tenía ninguna cualidad física.
Al no poseer características físicas bonitas, no querían que La Brillante Luciérnaga fuera parte de sus amistades. La veían con tan malos ojos que ni siquiera podían estar en el mismo lugar que ella.
La importancia de la compañía
Tifón y la ballena
La princesa que no quería nadar
El ratón tranquilo
“Eres un bicho horrible, no te quiero cerca de mí” le decía la mariposa sin tocarse el corazón.
“Nunca vas a ser como nosotras” le decía la mariquita.
La Brillante Luciérnaga no les hacía caso. Ni siquiera sentía tristeza o humillación cuando le lanzaban estos comentarios, porque era muy segura de sí misma, y no estaba avergonzada de cómo lucía.
Sabía que el físico no es lo que más importa.
Un día, la hartaron con todos sus comentarios. Tanto, que se tomó la molestia de mirarlas, y dirigirles la palabra.
“Tengo un plan para calmar sus comentarios” se dijo a sí misma La Brillante Luciérnaga.
“Hola, compañeras, ¿Cómo están? Me gustaría proponerles algo. Mañana en la noche las espero en los prados, cerca de los arbustos de moras. Espero verlas por ahí, porque les tengo una sorpresa.”
Ambas la miraron con disgusto y se fueron sin dirigirle la palabra, pero por dentro se morían de la curiosidad por ver lo que les tenía preparado.
Al día siguiente, por la mañana, ambas amigas se reunieron a desayunar juntas y decidir cómo iban a actuar ante lo que les pidió la luciérnaga.
“Yo opino que no vayamos, ¿qué podría enseñarnos ese bicho raro? ¿Vale la pena ir a perder nuestro tiempo en esas tonterías?” dijo la mariquita muy molesta.
“Pues a mí sí me da curiosidad qué es lo que le parece tan interesante como para sorprendernos”
“La verdad es que también me da curiosidad, pero creí que no pensarías lo mismo.”
“Entonces está decidido, iremos a ver lo que quiere mostrarnos” dijo la mariposa para terminar.
Y así, llegó la hora en que tenían que ir a los prados. Llegaron, pero no podían ver nada de lo que las rodeaba.
Se detuvieron en los arbustos de moras, y esperaron unos segundos a que llegara la luciérnaga.
De repente oyeron algunos sonidos detrás de ellas.
“Hola, me alegra mucho que vinieran. Espero que lo que vean cambie sus formas de pensar.” Dijo la luciérnaga muy emocionada.
Comenzaron a oír un zumbido, cuando una luz comenzó a iluminar el lugar. Era tan brillante que podían ver claramente todo el prado.
La luz empezó a dar vueltas alrededor de ellas, y cuando se detuvo, pudieron observar de dónde provenía. ¡La Brillante Luciérnaga la producía!
Maravilladas se acercaron a preguntarle todo lo que se les ocurría acerca de ese hermoso don. La luciérnaga rápidamente resolvió sus dudas, y pasaron la noche volando en la oscuridad, y divirtiéndose juntas.
Al amanecer, se sentían tan cansadas que decidieron volver a sus casas, pero antes de despedirse, las amigas le pidieron una disculpa a su nueva amiga por haberla tratado tan mal.
La Brillante Luciérnaga aceptó sus disculpas, y les pidió que dejaran de fijarse en la apariencia de los demás, y le prestaran más atención al interior.
Y así, ambas aprendieron que las apariencias engañan, y que no debemos juzgar a los demás por cómo lucen.
Te dejo este enlace para leer el cuento El Erizo más amable del bosque