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Cuento de Jacobo, el niño con cabeza de zanahoria
El día de hoy te traigo el cuento Jacobo, el niño con cabeza de zanahoria, una historia que nos hace reflexionar acerca de no burlarse de las demás personas por su apariencia.
Esta historia habla de Jacobo, un niño que tenía la cara llena de pecas, y su cabello era del mismo color que una zanahoria. A él le gustaba mucho jugar a la pelota con sus amigos, quienes pensaban que el color de cabello y las pecas de Jacobo eran únicos, y les gustaban mucho.
Algunas veces, cuando terminaban de jugar, la mamá de Jacobo cocinaba zanahorias. Cuando las servía y todos comenzaban a comer, todos gritaban al mismo tiempo “¡Zanahoria comiendo zanahoria!” y se reían a carcajadas.
Esto hacía sentir muy especial al niño, ya que no conocía a nadie más que tuviera sus mismas características.
Un día, tuvo que cambiarse de escuela, por lo que ya no pudo jugar más con los mismos amigos de antes. Esto lo ponía muy triste porque le gustaba mucho estar con ellos, y en su nueva escuela no conocía a nadie, y no sabía qué hacer.
En el primer día, Jacobo no pudo hablar con nadie durante las clases. Cuando llegó la hora del recreo, notó que había un niño que era mucho más alto que todos los demás.
Tifón y la ballena
La princesa que no quería nadar
El ratón tranquilo
Rundo y el colibrí
También notó que mientras este niño jugaba a la pelota, todos los demás lo observaban, hablaban con él y hasta se reían. Por esto, Jacobo pensó que ese niño debía ser muy popular.
Le preguntó a un grupo de niños que estaban junto a él por el nombre del niño alto, y ellos contestaron que era José. Al observarlo con más atención, notó que era el más alto de todo su salón, y esto lo hacía parecer de más edad que el resto de los niños.
Jacobo, intentando hacer nuevos amigos, pensó que burlándose de la estatura de José lograría que sus nuevos compañeros lo respetarían.
Se acercó hacia el grupo de niños que rodeaban a José con mucho temor, pero decidido a burlarse de José. Cuando llegó frente a él, lo señaló y dijo: “¡Te ves tan grande, y juegas como un niño pequeño!”.
Pero en realidad no pensaba esto, sino que había notado que era muy bueno jugando.
“¿Qué estás diciendo? Tu pareces zanahoria por tu color de cabello” dijo José algo molesto, pero sin sonar grosero “yo no te estoy molestando, solo juego a la pelota con mis amigos, así que déjame en paz, niño zanahoria”.
Al escuchar que José llamó zanahoria a Jacobo, todos los niños comenzaron a reír a carcajadas, y a señalar al niño pelirrojo.
En ese momento, todos comenzaron a decirle “Zanahoria”, “Niño cabeza de zanahoria”, entre muchos otros nombres más que hacían referencia a su color de cabello y a sus pecas.
Jacobo se dio cuenta de que su plan había fallado, así que con mucha decepción y tristeza, se puso a llorar.
José, que no se había sentido ofendido por el comentario de Jacobo hacia su estatura, decidió parar las burlas de sus compañeros, y les dijo “No tienen por qué reírse de él”.
“Yo lo llamé zanahoria porque su cabello es de ese mismo color, pero no lo dije porque quisiera burlarme. Nadie tiene derecho a burlarse del aspecto de otra persona, y en esta escuela todos nos llevamos muy bien”.
“Si se ríen de él, sólo significa que son malas personas” terminó José.
Cuando oyeron estas palabras, todos estuvieron de acuerdo con ellas. José se acercó a Jacobo, y le pidió que dejara de llorar.
“Te invito a comer zanahorias, así parecerá que una zanahoria se come a otra”. Este comentario hizo que Jacobo pensara en sus antiguos amigos.
Después de recordarlos, pudo dejar de llorar. Se dio cuenta de que su plan sobre molestar a José para ser su amigo era una mala idea, y le pidió disculpas, explicándole por qué había sido así.
Gracias a este momento, Jacobo y sus nuevos amigos pudieron comprender que las diferencias de cada uno son hermosas, y que debemos aceptarlas porque son las que definen a cada una de las personas que nos rodean.
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