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Te va a gustar el cuento de este canguro.
Una vez en la lejana Australia, nació un pequeño canguro que definitivamente no era como todos los demás. Después de su nacimiento, pasó algún tiempo antes de que demostrara que era diferente.
A los meses de edad, pudo salir del marsupio, que es la bolsa que tienen los canguros en la pancita. Y cuando logró hacerlo, todos se dieron cuenta de su gran defecto: sólo podía saltar hacia atrás.
Rápidamente, toda la ciudad comenzó a verlo como un bicho raro, y no dejaban de burlarse de su falta de habilidad. “No sirves para ser un canguro. Los canguros nos caracterizamos por saltar todo el tiempo, y tú no puedes hacerlo.”
Cuando iba a la escuela, los demás huían de él, pues tenían miedo de que cuando saltara no viera quién estaba detrás, y los tirara a todos. Por esa razón, no lo dejaban ni acercarse a los demás animales.
Los maestros intentaban integrarlo a los juegos de los demás, pero lo trataban tan mal que terminaba saliéndose y se iba a sentar a una esquina, a llorar.
Este cangurito, aparte de poder saltar hacia atrás, tenía una característica muy distinta a los demás. Era un animal demasiado sensible, y cuando oía las burlas, se pasaba el día entero llorando y lamentándose.
El Oso Tosco y las abejas.
Tifón y la ballena
La princesa que no quería nadar
El ratón tranquilo
Pero lloraba todo el día, eso empeoraba las cosas.
Lloraba todo el día y toda la noche, y lo hacía tan fuerte que todos los animales que vivían cerca podían escucharlo claramente. Esto los molestaba y hacía que se burlaran aún más de lo que ya lo hacían.
Un día, una enorme jirafa pasaba cerca de su casa, y al oír el llanto, decidió acercarse a ver qué era lo que sucedía. Cuando logró encontrar el lugar de donde provenían tantos gritos, vio al canguro llorando.
Se acercó a él, y le preguntó el motivo de su tristeza.
“Los demás se burlan de mi porque no puedo saltar hacia adelante, solo hacia atrás. No puedo ser como todos los canguros que viven aquí.”
“Pero no vas a conseguir nada llorando. Cuando yo era pequeño, todo el mundo se burlaba de mi largo cuello. Gracias a este, no podía hablar con nadie. La comida en esta zona está al nivel de altura de los demás” dijo la jirafa.
“Así que tuve que aprender a encorvar mi cuello hasta alcanzar los árboles y hasta poder ver los rostros de los demás mientras hablábamos.” Continuó
“Yo creo que deberías intentar practicar saltar hacia adelante. Si pones todo tu esfuerzo, tal vez lo logres después de algunas semanas de entrenamiento”
Que buena idea pensó el canguro.
El canguro pensó que la idea de la jirafa no era tan mala, así que comenzó a practicar el salto hacia adelante. Entrenó muy duro durante muchos días. Lo hacía en la mañana, a veces en la tarde y en la noche.
Y un día, después de mucho intentarlo, logró hacer su primer salto hacia el frente. Poco a poco logró mejorar su técnica de salto, y después de semanas, ya le salía naturalmente.
Gracias a los consejos de la jirafa había podido vencer a sus adversidades, por lo que quiso ir a mostrarle lo que podía hacer.
Corrió hacia donde vivían todas las jirafas, y cuando vio a la que le había ayudado, saltó hacia el frente en dirección hacia ella.
¡La jirafa notó inmediatamente que el canguro ya podía saltar hacia adelante! Así que se acercó hacia él y lo felicitó por su perseverancia.
Cuando volvió a su casa, todo el mundo, incluida su familia, pudieron ver que ya podía saltar como los demás canguros.
Todos estaban muy contentos.
Toda su familia se alegró, y los canguros que antes lo molestaban le pidieron que les enseñara a saltar hacia atrás. ¡Lo que antes era motivo de burla, ahora era la sensación entre los canguros!
Porque ninguno pudo dominar la técnica de los saltos hacia atrás como el pequeño canguro.
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