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Conoce el cuento de El gato cansado
El día de hoy te voy a contar el cuento de El gato cansado, una historia que tiene una bonita moraleja. Los gatos tienen una gran habilidad para cazar, desde muy pequeños desarrollan sus sentidos al máximo.
Principalmente, la vista, el olfato y el oído. También poseen gran agilidad. Gracias a ello, cazan a muchos animales pequeños.
Con ellos se alimentan todo el año, y no pasan hambre. Sus principales objetivos son los ratones, ya que a pesar de que son muy rápidos y pueden escabullirse fácilmente, su tamaño hace que sea muy fácil atraparlos.
Esta historia tiene como protagonista a El gato cansado, que en su juventud había sido un gran cazador, y se mantenía en buena forma porque comía muchos animales. Era muy temido por generaciones de ratones, conejos, pájaros y hasta algunos perros.
Pero los años no pasan en vano, y a El gato cansado también le afectaban. Conforme pasaba el tiempo, corría con menos velocidad, y sus movimientos ya no eran tan ágiles. Cada vez cazaba menos animales, y pasaba más hambre.
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Con los años, dejó de salir a cazar, pues ya no le quedaban ganas de hacerlo. Se fue convirtiendo en un gato callejero, que estaba todo el día acostado en una esquina, pasaba frío y parecía solo esperar su fin.
Los animales que antes le tenían terror y no podían ni acercarse a donde él estuviera, ahora lo miraban con mucha tristeza, y se les llenaban los ojos de lágrimas.
Tifón y la ballena
La princesa que no quería nadar
El ratón tranquilo
Rundo y el colibrí
Un animal tan fuerte no podía terminar de esa manera. Así que entre todos decidieron ayudarlo a pasar sus últimos años descansando.
Ya no le daban carne, porque ellos no querían conseguirla, pero basados en los consejos del veterinario del pueblo, y en la alimentación del perro, lograron darle las frutas y verduras necesarias para que no le faltaran nutrientes a el gato cansado.
Recuperó su energía, pero su cuerpo ya no podía volver a tener la misma fuerza de hace unos años. Así que el pobre gato solo podía salir a caminar de vez en cuando, y lo hacía muy lentamente.
Todos los habitantes de ese pueblo se volvieron sus amigos del el gato cansado, ya que ya no podía cazarlos, ni tampoco tenía ganas de atacarlos.
Ya nadie le tenía miedo, menos un pequeño ratón que seguía sin confiar en la nueva forma de ser del gato cansado. No podía creer que un cazador de nacimiento hubiera cambiado tanto.
Un día, unos pájaros tuvieron una pelea justo enfrente de la ventana del gato. El ratón desconfiado miraba desde afuera, y estaba esperando la reacción del mismo.
El gato cansado, al ver a los dos pájaros tan distraídos, recordó todos los que había cazado, y con qué facilidad lo había hecho aunque estos fueran muy rápidos.
Se le iluminaron los ojos al el gato cansado, pues tenía una oportunidad muy fácil de obtener carne. Y aunque su dieta le ayudaba, no dejaba de extrañar el sabor de la misma.
El ratoncito que lo observaba desde afuera solo esperaba a que el gato cansado los atacara para correr a informarles a todos que seguía siendo el mismo depredador.
Pero El gato cansado nunca atacó a los pájaros. Por su mente únicamente pasaba todo lo que sus vecinos habían hecho por él. Y quería agradecerles demostrándoles que había cambiado, así que venció las ganas de cazarlos.
“Amigos, no se peleen por favor. Si quieren, puedo ayudarlos a resolver el problema que causó esta gran discusión” dijo el felino.
Y así, los pájaros le contaron el problema, y juntos llegaron a una solución. Los años que el gato había vivido le habían dejado mucha sabiduría. Las aves se fueron volando, y el gato regresó a su cama.
El ratón no podía creer que no había atacado. Pero había sido testigo de las ganas de cambiar del gato, y eso lo dejaba convencido de que podía confiar en él, y no tenía que estar siempre a la defensiva.
El gato cansado y los grandes felinos tienden a alimentarse de presas más débiles con su gran agilidad, eso significa que no tienen que pasar hambre todo el año, incluso cuando están solos, los ratones para ellos son presa fácil para los gatos, ellos lo sabían muy bien.
Un día un gato, que era conocido entre sus secuaces por tener siempre una barriga muy grande y llena, además de ser un gran cazador, se encontraba ya con unos años en su haber, ya que en su juventud fue un buen cazador, pero ahora la edad lo había alcanzado.
El gato ha envejecido y con el tiempo se dio cuenta de que su movilidad no era la misma que cuando era pequeño y ni siquiera sus ganas de correr de aquí para allá, ahora no podía con la misma facilidad y poco a poco se convirtió en un gato callejero, parado en un rincón hambriento y temblando de frío.
A los transeúntes que lo encontraron se les llenaron los ojos de lágrimas y lo veían muy entristecidos por su estado, algunos ratones también se hicieron amigos del gato, llenaron sus corazones llenos de amor y solidaridad.
Sin embargo, uno de estos ratones que se paraba cerca de él y lo observaba día tras día no confiaba en él, creyendo que el gato se había apaciguado, su corazón también tenía dudas de que eso fuera real.
Un día, surgió una pelea entre dos pájaros enfrente a la mirada aparentemente inmóvil del gato. Un ratón, observando la escena sin descuidar ningún detalle, estaba convencido de que el gato brincaría a cazar a los dos pájaros y así todos descubrirían las verdaderas intenciones del gato.
El gato, acercándose a la rama desde donde gritaban los pájaros, dijo: «No peleen, créanme, tratemos de resolver eficazmente este malentendido, y cuando los tuviera confiados dijo el ratón, el gato siempre cazaría a los pobres pájaros, así que el ratón se acercó y no perdió detalle.
Él se acercó para evitar atacarla, ya no era un gato de caza y los años lo habían hecho vivir en situaciones azarosas y desesperadas y estaba seguro de que en ese momento se los comería.
El ratón, meditando sobre la desafortunada escena, llamó la atención del gato con un agudo silbido y liberó a las aves de su destino, desde ahora ya no pudo ver al casado gato con los mismos ojos y decidió no perderla de vista hasta el final del día y de sus días para acompañarlo.
Esta es la segunda historia del Gato cansado:
Hola, hoy les quiero contar un cuento para niños sobre el gato cansado.
Este cuento trata sobre un gato llamado Luna que un día se despierta con una sensación de cansancio constante y no quiere hacer nada, ni jugar ni comer.
Sus dueños se preocupan y deciden llevarlo al veterinario para descubrir qué es lo que le sucede.
Después de una revisión, el veterinario les informa que Luna tiene una enfermedad común en gatos llamada hipotiroidismo, que es una disminución de la función de la glándula tiroides.
Esta enfermedad puede causar síntomas como letargia, cambios en el peso, problemas de piel y otros problemas de salud.
El veterinario les recomienda un tratamiento para Luna, que incluye medicamentos y una dieta especial para ayudar a controlar los síntomas y mejorar su calidad de vida.
A través del cuidado y la atención necesaria, Luna comienza a recuperarse y su energía y apetito vuelven a la normalidad.
Sus dueños aprenden la importancia de estar atentos a los cambios en el comportamiento y los síntomas de sus mascotas, y de llevarlos al veterinario si notan algo fuera de lo normal.
Este cuento es una guía para los niños sobre cómo tratar las enfermedades de las mascotas y la importancia de cuidar de su salud y nutrición.
Les enseña a responder a cualquier señal de problemas de salud y a llevar a sus mascotas al veterinario para recibir los cuidados necesarios.
Este cuento también les recuerda que nuestras mascotas son una parte importante de nuestra vida y debemos cuidarlas como a cualquier miembro de la familia.