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Hoy te contare el cuento del hipopótamo tamba.
Había una vez una familia de enormes hipopótamos que vivía en un lago tranquilo y hermoso. El más pequeño de ellos, se llamaba Tamba un hipopótamo joven.
A tamba le gustaba mucho salir todos los días a ver a los pequeños pájaros que solían pararse encima de los hipopótamos, y les ayudaban a comerse a los insectos que podrían molestarlos.
Un día, Tamba estaba sólo en una orilla del lago, observando a sus demás compañeros hipopótamos, cuando un pájaro se acercó a él y le dijo:
“Hola, buenos días, me llamo Trinco. Estoy aquí para pedirte tu consentimiento para quitar a los insectos que están en tu lomo, y comérmelos.”
“¿Me estás pidiendo permiso?” preguntó Tamba algo asombrado.
“Claro, nosotros los pájaros no debemos molestar a un hipopótamo sin permiso, y mucho menos posarnos sobre él.”
Tifón y la ballena
La princesa que no quería nadar
El ratón tranquilo
Rundo y el colibrí
Puedes venir mañana por la respuesta.
“Ah, ahora entiendo. Entonces tendrás que volver mañana, porque tengo que pedirle permiso a mi mamá antes de responderte.”
“Pero. ¿Por qué le tienes que preguntar a tu mamá? ¿No es algo que puedas decidir por ti mismo?”
“No, primero tengo que preguntarle a mi mamá.”
“Has notado que todos los hipopótamos se dejan limpiar los lomos por los pájaros, ¿no?”
“Si, lo he visto. Se comen a los insectos que los molestan.”
“Y es algo muy normal. No tienes que pedirle permiso a tu mamá para que yo lo haga.”
“Pero, no sé si deba hacerlo.”
Permiteme limpiar tu lomo, decía el pájaro.
“Vamos, permíteme limpiarte el lomo. He visto que tienes varios insectos, todos se ven deliciosos. ¿No te molesta que estén encima de ti?
“Pues aún no me molestan. Pero ahora que lo mencionas, como que siento un poco de comezón en la espalda, comienzo a sentir que me molestan”
“¿Ahora lo ves? Tenemos que quitártelos tan pronto como nos sea posible. Si no te los quito, podrían causarte mucho daño. Los pájaros tenemos como misión eliminar a los insectos que están en tu lomo.”
“Así que, me vas a dejar limpiar tu lomo, ¿verdad?”
“Pues… No estoy seguro, mejor regresa mañana y te daré una respuesta, según lo que me haya dicho mi mamá.”
El pájaro se fue muy molesto, porque todos los hipopótamos le permitían quitarles los insectos, mientras que Tamba había dudado, y terminó por decidir no dejarlo. ¡Tamba tenía muchos insectos que se veían muy ricos!”
Entonces tamba le pregunto a su mamá.
Un rato después, Tamba llegó a donde se encontraba su madre. Le preguntó curioso: “Hola mamá, tengo una pregunta para ti. Si un pájaro se me acerca y me pregunta si puede limpiar mi lomo, ¿Puedo decirle que si?”
“¿Por qué lo preguntas Tamba? ¿Hubo algún pájaro que te pidiera permiso para hacerlo?”
“Si, se me acercó uno, pero pensé en preguntarte primero, así que le dije que volviera mañana y yo tendría una respuesta.”
“Y, ¿cuál fue la respuesta del pájaro?”
“Pues se fue muy molesto, ´porque él decía que todos los hipopótamos deben dejarse limpiar el lomo”
“Pues tomaste la decisión correcta, hijo. Es cierto que los hipopótamos adultos dejamos que nos limpien el lomo algunos pájaros, pero tú aún eres muy pequeño.”
Cuidado le dijo su mama, puede lastimarte.
“Tu piel es muy delicada, por lo que, si un pájaro te limpia, podría lastimarte con la fuerza de sus picos.”
“No lo sabía, y me imagino que ese pájaro tampoco sabe que podría hacerme daño.”
“Lo importante es que hiciste lo que era correcto, y en lugar de decidirlo por ti mismo sin saber las consecuencias, viniste a preguntarme a mí. Me alegra mucho que hayas hecho lo correcto.” Dijo su madre.
La lección de esta historia, es que no porque todos hagan algo, significa que nosotros también debemos hacerlo. Primero debemos preguntarle a nuestros padres si lo que queremos hacer está bien o no.
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