El oso Tosco y las abejas #1

El oso Tosco y las abejas

Contenido

El cuento del oso tosco y las abejas te va a encantar.

En un hermoso bosque de pinos, vivía un pequeño oso llamado Tosco. A él le gustaba mucho ir a recorrer el bosque en busca de panales, y cuando encontraba uno, le encantaba sacarle toda la miel para comérsela.

Pero siempre le guardaba un poco a su mamá, porque sabía que era la comida favorita de los dos.

Cuando agarraba la miel, las picaduras que las abejas le daban lo lastimaban mientras invadía los panales. Siempre tardaba mucho en abrir el panal, sacar todo y comérselo, así que mientras más tiempo le tomaba, más lo picaban.

Había días en los que lo picaban tanto que no podía ni dormir por el dolor que le producían.

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El consejo de mama..

Un día, le dijo a su madre que tenía demasiada comezón, y ella le respondió “Una vez te dije que hay algo que debemos hacer para saber si nuestras acciones son justas o no lo son, ¿Te acuerdas?”

“Sí” respondió el osito, “era algo con un nombre muy raro”

“Se llama empatía” aclaró la mamá osa. “¿Recuerdas lo que significa?”

“Más o menos. Era algo como ponerse en los zapatos de los demás.” Dijo Tosco con duda.

“Ahora deberías intentar cambiar de papeles con las abejas” explicó la mamá.

“¡Pero yo no soy una abeja!”, exclamó Tosco.

“Seas una de ellas o no, querido Tosco, tienes que encontrar la forma de entender lo que sienten. ¿Cuándo agarras la miel, dejas un poco para ellas?”

“No, mamá. Suelo comer casi toda la que encuentro y te traigo un poco, pero los panales quedan vacíos y rotos”

Cuento del oso comiendo miel.

Para qué le sirve la miel a las abejas.

“Te lo agradezco mucho, sabes que me encanta. Pero, ¿Sabes para qué le sirve la miel a las abejas?”

“La verdad es que no, mami. Creo que la utilizan para comer.”

“Si, la usan para comer, pero también la utilizan para el consumo de las abejitas que acaban de nacer, y mantener a toda su comunidad fuerte para trabajar.”

“Pero yo también necesito comer miel mami”

“Claro, hijo. Pero imagínate ser una abeja y que venga un oso enorme y peludo a quitarte toda la comida que te queda. Te enojaría, ¿no? ¿No intentarías defenderte picándolo con todas tus fuerzas para que no se llevara la miel?”

Tosco pensó que lo que decía su mamá tenía mucho sentido. Si a él le quitaran su comida, se pondría furioso.

Porque las abejas se enojan tanto.

“Es verdad lo que diez, mamá. Ahora entiendo por qué las abejas se enojan tanto y me pican: ¡No quieren que me lleve su miel!”

“Muy bien Tosco, ahora que entendiste y aprendiste lo que es la empatía, la vas a poner en práctica con la situación de las abejas, entenderás que solo debes tomar una parte de la miel del panal.”

“Cuando intentes tomarla, las abejas van a tratar de picarte, porque quieren defender su alimento, pero como no la tomarás toda, te vas a tardar menos.”

“Y por eso te irás más rápido, así que no te picarán tanto como antes. Si siques mis palabras, vas a poder dormir bien toda la noche, sin la molestia de las picaduras.”

“Está bien, ya comprendí, seguiré tu consejo.” concluyó Tosco.

Al día siguiente, el osito salió a recorrer el bosque y encontró un árbol que tenía un panal colgando de una de sus ramas. Recordó lo que su mamá le había dicho, y pensó en la abejas recién nacidas. Así que se acercó, tomo solo una parte de la miel y se fue.

Cuento de un oso comiendo miel

Así las abejas los dejaron de picar.

Tanto Tosco, como su mamá y las abejas pudieron comer suficiente miel, y como recompensa por ser empático, las abejas lo dejaron ir sin picarlo.

Y así, Tosco aprendió a respetar lo que las abejas producían, y a ponerse en su lugar.

La empatía es una característica muy importante en las personas, porque gracias a ellas ayudamos a los demás, los acompañamos cuando se sienten mal, los podemos escuchar, y buscamos formas de hacerlos sentir mejor.

Te recomiendo este otro cuento infantil: El cuento de los Topos.

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A Tosco le fascinaba cómo habían cambiado las cosas. Había aprendido una valiosa lección de su mamá sobre ser empático y cómo las acciones tienen consecuencias.

Ahora, sabía que tomando solo una parte de la miel de las abejas, todos podían ser felices. Pero Tosco estaba a punto de aprender aún más sobre el poder de la empatía.

Un día, después de su paseo por el bosque, Tosco volvió a casa con la miel. Se sentía feliz y orgulloso de sí mismo por haber logrado una convivencia pacífica con las abejas.

Sin embargo, al llegar a casa, se encontró con que su madre estaba enferma.

Estaba debilitada y no podía ir a buscar comida por sí misma. Tosco sintió miedo y tristeza al ver a su madre en esa condición, pero también entendió algo importante.

Se puso en los zapatos de su madre y entendió lo difícil que debía ser para ella no poder buscar su propia comida.

Tosco pensó en cómo podría ayudar a su madre. Entonces, tuvo una idea. Recordó cómo las abejas trabajaban juntas para cuidar a su comunidad y pensó que él también podía hacer lo mismo.

Al día siguiente, Tosco se dirigió al árbol donde estaba el panal de las abejas. Habló con las abejas y les contó sobre la situación de su madre.

Las abejas, recordando la bondad de Tosco, decidieron ayudarlo. Le dieron extra miel para su madre y le prometieron que siempre estarían allí para ayudarlo si lo necesitaba.

Tosco volvió a casa y le dio la miel a su madre. Pronto, ella comenzó a sentirse mejor. Tosco y su mamá se dieron cuenta de que habían hecho nuevas amigas: las abejas.

Y las abejas también aprendieron algo nuevo ese día. Aprendieron que, a veces, los osos grandes y peludos no son tan malos como parecen.

Desde aquel día, Tosco, su madre y las abejas se volvieron grandes amigos. Siempre se cuidaban unos a otros y compartían la miel entre ellos.

Tosco entendió que ser empático no solo significa entender cómo se sienten los demás, sino también ayudarles cuando lo necesiten. Y así, las aventuras del oso y las abejas continuaron, siempre llenas de empatía y amistad.

Este cuento nos enseña que ser empático puede llevarnos a forjar grandes amistades y a cuidar a los demás.

Así como Tosco y las abejas, siempre podemos aprender a ser mejores y a cuidar a los que nos rodean.

La vida en el bosque continuó, y el pequeño oso Tosco disfrutaba cada día más de su nueva amistad con las abejas.

Compartir solo una parte de la miel había traído armonía al bosque, y la empatía que Tosco había aprendido de su madre seguía brillando.

Pero la historia del oso y las abejas aún tenía más lecciones que enseñar.

Un día, Tosco despertó y se encontró con una sorpresa. Durante la noche, un viento fuerte había soplado y había tumbado el árbol que albergaba el panal de sus amigas las abejas.

Al acercarse, vio que el panal estaba roto, y las abejas zumbaban desorientadas.

Tosco recordó lo que su madre le había enseñado sobre empatía y sintió una gran tristeza por sus amigas las abejas. Sabía que necesitaban su panal para vivir y producir miel.

Decidió que debía hacer algo para ayudar.

Se adentró en el bosque en busca de un nuevo hogar para las abejas. Buscó durante horas, mirando cada árbol y cada rama, buscando un lugar que fuera seguro y apropiado para ellas.

Pero cada árbol que encontraba tenía algo que no estaba bien. Algunos eran demasiado bajos, otros demasiado expuestos al viento y al frío.

Justo cuando empezaba a sentirse desesperado, Tosco escuchó una voz familiar. Era su madre, que había salido en busca de él al ver que no había regresado a casa.

Al ver su preocupación, su madre le dijo: “Tosco, recuerda, ser empático también significa ser paciente y entender que no todas las soluciones vienen de inmediato.”

Con las palabras de su madre resonando en su cabeza, Tosco continuó buscando y finalmente encontró un árbol grande y fuerte, con una cavidad perfecta para un nuevo panal.

Lleno de alegría, corrió de vuelta al viejo panal y guio a las abejas hasta su nuevo hogar.

Las abejas, aliviadas y agradecidas, comenzaron a trabajar en su nuevo hogar. Tosco las observó, asombrado de ver cómo podían trabajar juntas para construir algo tan hermoso y funcional.

Aprendió que cada abeja tenía un papel en la construcción del panal y que todas trabajaban juntas para el bien de la comunidad.

Esto le recordó a él y a su madre, y cómo habían trabajado juntos para superar los desafíos.

El tiempo pasó, y el nuevo panal de las abejas floreció. La miel volvió a fluir, y las abejas estaban más agradecidas que nunca con Tosco.

Él no solo había compartido la miel con ellas y con su madre, sino que también había demostrado empatía y ayuda cuando más lo necesitaban.

Desde aquel día, la amistad entre Tosco y las abejas se hizo aún más fuerte. Juntos, demostraron que la empatía puede superar cualquier obstáculo.

Aunque parezcan diferentes, el oso y las abejas demostraron que, con empatía y comprensión, cualquier criatura puede vivir en armonía con las demás.

Las enseñanzas de este cuento del oso Tosco y las abejas son invaluables. Nos muestra que la empatía no se trata solo de entender cómo se sienten los demás, sino también de actuar en consecuencia.

Ya sea compartiendo un recurso, ayudando a alguien en necesidad o simplemente mostrando comprensión, la empatía puede cambiar vidas y unir a las criaturas más dispares.

Así, las aventuras del oso Tosco y las abejas continuarán, siempre guiadas por la luz de la empatía.

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